¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?

Me gustaría comenzar este post explicando a qué nos referimos l@s psicólog@s cuando hablamos de “poner límites”.

Se podría explicar como la habilidad de expresar a los demás que tenemos necesidades, gustos, intereses, preocupaciones o prioridades diferentes a las suyas  en un acto de autorespeto y amor propio. Sería entonces como marcar una barrera entre lo que es aceptable o no para nosotros según nuestra escala de valores, personalidad, opiniones, intereses, estado de ánimo y un sinfín de variables.

Es un término muy usado en educación y crianza. Seguramente hayas escuchado alguna vez frases como “a los niñ@s hay que ponerles límites”, “los límites son imprescindibles en la educación de los hij@s”. Lo  cierto es que son necesarios siempre, en cualquier relación ya seamos niñ@s o adut@s desde edades tempranas hasta edades avanzadas.

Una posible situación en la que podemos poner en práctica esto sería por ejemplo: Imaginemos que tienes un trabajo con un horario específico pero tu jefe/a te envía correos o llama respecto a determinados asuntos durante el fin de semana. Poner un límite aquí podría ser expresarle que esas comunicaciones están fuera de tu horario laboral y en tu período de descanso, por lo que consideras que es algo que no está bien y atenderás esos asuntos el lunes. A veces no hace falta manifestar tu opinión o lo que vas a hacer respecto a estos conflictos y puedes simplemente “hacer”. En este caso sería no contestar a los correos y atenderlos el lunes en tu horario habitual de trabajo. Dependiendo de con qué clase de persona estemos tratando veremos que ésta será más o menos insistente en rebasar nuestros límites y más o menos comprensiva.

Otra situación podría ser cuando alguien de tu entorno social te proponga hacer algo con lo que no estás muy de acuerdo. Por ejemplo, insistir en que tomes alcohol cuando no lo haces por convicción propia, etc. En este caso poner el límite pasaría por expresar y defender nuestra convicción y nuestros motivos aún respetando que a esa persona le guste hacerlo y no entienda nuestra postura.

Los límites son necesarios tanto en nuestro entorno laboral, como en el personal y social.

¿Qué nos impide poner estos límites?

Miedo al rechazo o conflicto. Cuando pensamos que alguien nos puede rechazar o se puede generar un conflicto por no pensar o sentir igual que la otra parte. Si somos de esa clase de personas a las que nos cuesta gestionar el enfado seguramente este será el motivo de no poder establecer el límite.

Miedo a la retirada de cariño o afecto. Se suele pensar, erróneamente, que si damos una negativa o expresamos abiertamente el no estar de acuerdo con algo, pueden dejar de contar con nosotr@s o incluso dejar de querernos. Si somos personas muy dependientes de la aprobación y valoración externa este puede ser el motivo.

Tener en consideración más a los otr@s que a ti.Nos referimos a personas que se dejan en último lugar, ellos no cuentan y anteponen sus deseos a los de su entorno. Lo realmente justo sería que nos tuviésemos en cuenta tanto como a los demás.  

Temor a parecer brusc@.Se puede dar en personas que siempre intentan agradar, parecer amigables y a las que les cuesta mostrarse menos complacientes en determinadas situaciones. A veces es necesario mostrar tu disconformidad o tu negativa. Eso no es incompatible con tener buen carácter o ser agradable. ¿Cómo si no dar cuenta a la otra parte de que se está molest@?

¿Qué hacer para empezar a marcar esta línea?

Muchas personas manifiestan cierto bloqueo en aquellas  situaciones en las que tienen que expresar desacuerdo. Esta dificultad tiene mucho que ver con la capacidad asertiva.

Lo primero es ser consciente de que algo molesta, no gusta o no nos parece adecuado. Se trata de saber escucharte y sentir lo que dice tu cuerpo: tensión, nervios, angustia y malestar en cualquiera de sus manifestaciones.

Después es importante saber que tienes derecho a no estar de acuerdo en algo y a expresarlo tantas veces como haga falta.

Una vez interiorices esto y te otorgues ese derecho se trata de recordártelo a menudo  para seguir defendiendo tu postura y mantenerte en ella.

Puedes pensar también que no lo haces solo por ti. Ser sinceros es un acto de amor hacia el otro. El tener límites claros y saber expresarlos ayuda a la otra persona a conocernos más y a tratarnos generando relaciones sanas.

Los límites son necesarios

Cuando nos los ponen, sirven de guía, como si algo nos dijera “por aquí no” “así no”,  y eso nos ayuda  a regular la forma en la que nos relacionamos.

Cuando los ponemos, nos estamos teniendo en cuenta a la vez que estamos teniendo en cuenta al otro. Vamos proporcionado pistas sobre cómo somos y esto también ayuda en las relaciones.

Te invito a que profundices en las razones por las que te cuesta establecer estas fronteras para que así, siendo consciente, puedas comenzar a ser más asertiv@ fomentando relaciones adecuadas, en igualdad, respeto y empatía

Y a ti, ¿qué te cuesta más, poner límites en el entorno de trabajo o en el entorno de las relaciones personales? ¿Con qué relacionas tu dificultad?

Puedes comentar este post. Muchas gracias.

Elisa López Caja
Psicóloga Sanitaria M-21402

8 pensamientos sobre “¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?”

  1. Sin duda alguna son las claves. El enfoque es muy adecuado y profesional.

    A título personal comentar que un verano decidí poner en práctica la necesidad de limitar muchos aspectos profesionales que me causaban desazón. Reconozco que fue difícil al principio pero marcó muchas pautas en mis responsables más directos que ayudaron a resolver parte de los problemas (lamentablemente no todos)
    Gracias por el artículo.

    1. Estimado A.D:

      En primer lugar agradecerte que compartas tu experiencia con este tema.
      Sin lugar a dudas es algo que cuesta hacer pero muy necesario, sobre todo en el ámbito laboral como fue tu caso.
      Me alegra saber que te sirvió para resolver gran parte de los problemas.

      ¡Desde aquí te animo a que sigas haciéndolo!

      Gracias por compartir y por tu comentario

      Un saludo

  2. Me reconozco entre las personas que se colocan en último lugar, por lo que esté post me es de gran ayuda para reflexionar que eso no me hace ser mejor.
    Muy interesante la aclaración que haces sobre los «límites» y su conveniencia en la educación

    1. Estimada Elena:

      Me alegra saber que el post te sea de ayuda y también que te veas reflejada en alguna de las situaciones que se plantean y que se relacionan con la dificultad para poner límites.

      Te invito a que sigas reflexionando y a que te tengas más en cuenta, ya que como tú bien dices el no hacerlo no te hace ser mejor y además no genera relaciones sanas.

      Un saludo

  3. Me parece muy interesante saber cuáles son los motivos por los que una persona es incapaz de poner límites y que superarlos hará que mejoren nuestras relaciones con los demás. También la importancia de poner límites en la educación de los niños. Gracias

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